La oposición dejó de hacer planes económicos a futuro.
Llegaron a la conclusión, que nadie sabe lo que va a quedar en pie en noviembre de 2023.
Massa trata de ganar tiempo. Le falló el viceministro que iba a coordinar a los distintos sectores. Después de aceptar, Gabriel Rubistein, tuvo un ataque de pánico y se bajó antes de asumir. Massa estuvo dos días para tratar de convencerlo, pero fue inútil.
Tomo nota rápidamente de lo que le paso a Guzman, torpedeado dos años por Cristina; Batakis, que se enteró por mensaje de texto que había caducado, Felipe Sola, que partía a una conferencia y en el aeropuerto le informan por el celular que se tomará vacaciones largas.
Sin contar a Biondi, expulsado verbalmente por Cristina. María Eugenia Bielsa, la vicepresidenta, nunca le perdonó que dijera que hubo corrupción en su gobierno. Podemos continuar con Beliz, Losardo y Scioli.
Todo dura poco y los despidos se hacen con premeditación y alevosía.
Pero, que aterra a los candidatos.
En primer lugar, que no hay dólares.
Se calcula que los bancos recibieron en total 18.000.- millones de dólares se sus clientes. De los cuales 12.000.- millones están como encaje en el Banco Central. Se supone que son la garantía para que los ahorristas recuperen sus ahorros sin problemas, pase lo que pase con el banco.
Pero, de acuerdo con ciertos estudios, entre otros el de Ferreres y Sociales, sabemos que el Central se quedó sin dólares.
Tiene oro y Derechos Especiales de Giro por 5.300.- millones. Pero no los liquido. Los utilizó como garantía para usar 4.000.- millones de dólares del encaje e importar energía. El economista Ramiro Castiñeiras señaló que vendieron el 20 % de los dólares que estaban en los encajes. Miguel Pesce, dijo que vendimos Swaps Chinos. Pero desde el exterior nadie lo confirmó.
Mientras tanto, los depósitos en los bancos sufrieron en un mes, una sangría de 800 millones.
Desde que asumió Massa, el Banco Central perdió 1.000.- millones de dólares.
Batakis lo definió como un “quilombo de órdago”.
¿Qué puede salir mal?, pensó Massa. Algunos señalan que agarró el cargo de ministro de economía porque es abogado.
Antes de esta crisis, se podría hacer esta pregunta: ¿A qué precio seguirías comprando dólares?
La siguiente: ¿A qué precio venderías dólares para pasarte a tasa?
Hoy no tienen respuesta, porque el problema es la credibilidad. Pocos piensan en una salida que no sea fuertemente traumática.
Hacia el único lugar que fluye el dinero es a la provincia de Buenos Aires. Kicillof solo ayuda a los intendentes amigos. Al resto nada. Es el único lugar que cuidan para el año próximo.
No sabemos como está trabajando el Banco Central.
Las circulares demoran horas en ser aprobadas. Revisan con lupa los papeles y los permisos de importación.
¿Qué analizan?
Analizan que no hay ningún empresario amigo de Massa pidiendo dólares al precio oficial.
Las internas siguen jugando un papel.
En el Banco Central, el presidente Miguel Pesce es aliado de Alberto Fernandez.
Vamos a cambiar de tema.
La inflación va a hacer un ajuste silencioso.
La aceleración de los números del último semestre derritió los índices de movilidad con los que se actualizan jubilaciones, pensiones, asignaciones familiares y por hijo.
En los primeros seis meses, el ajuste por ley – sin contar los refuerzos de ingresos – quedó siete puntos por debajo del índice de precios al consumidor acumulado.
El próximo incremento de septiembre, no compensará los índices de julio y agosto, que serían los más altos del año. El bono que anunciaron de 7.000 pesos trata de compensar la pérdida.
Lo que fue increíble durante la semana es que en la Casa de Gobierno se alientan mutuamente diciendo: “Hay que despertarse, estamos dormidos”. El problema es que no saben por dónde empezar. Todos, ahora tienen que dar examen. En una semana, deben aprobar una prueba escrita. Deben anotar, por lo menos, diez ideas para acelerar anuncios y obras. Después si se hacen o no es otra historia.
Todo se hace más difícil, porque las internas logran boicotearse y se anulan.
En el búnker de Massa, apuntan a las elecciones del 2023.
La clave, lograr anular las PASO. La excusa es que no hay dinero.
El objetivo, que la oposición no logre unificarse sin esa elección previa y vayan divididos. Entonces dicen, “nos llega el turno a nosotros”.