Los economistas que trabajan con Rubistein tienen una orden muy clara: “Recortar gastos sin anestesia, porque tienen tres meses para mostrar resultados”.
La poda, 250.000.- millones de pesos, vivienda, transporte, salud, educación, entre otros.
Saben que Guzman no podía hacer ni el 10 % del recorte actual y si un gobierno no peronista lo intentaba, tenía un millón de personas en la calle.
Primero la Justicia y después el Mundial de Fútbol, le sirven a Massa para ganar tiempo. Solo trata de estirar el largo de la mecha.
Ahora, saldrá por el mundo para pasar la gorra y mendigar dólares para el Banco Central.
Mientras tanto, el ajuste tarifario y la suba de los combustibles impactará en la inflación.
Estamos en el cuarto kirchnerismo. La amenaza judicial y la cercanía de la catástrofe económica, convocó a Massa que pegó una voltereta conservadora.
El ajuste que se necesita es infinitamente mayor. Cristina se quiere probar las ropas del Perón del 45. Pretende que la rescaten en un nuevo 17 de octubre.
La oposición democrática no es el golpe militar. Nadie la salvará de la decadencia.
El ajuste no lo hacen los uniformados sino el propio peronismo.
Estos años fueron de una enseñanza maravillosa. No hay magia.
El festival de derroche y corrupción, se terminó.
Los que ven que se acerca su final, son la CGT.
Están en medio del ajuste por un lado y la izquierda por el otro. El Polo Obrero señala la necesidad de un plan de lucha, paros y piquetes.
El país se volvió ingobernable desde el 2001.
En ese periodo Duhalde – Kirchner le hicieron creer a la gente que la energía no vale nada, que los subsidios solucionan todos los problemas, que la emisión de dinero sin respaldo es gratis.
Desde ese momento, ganaron con el relato cultural, que nos llevó a esta actualidad.
“Vienen por tu jubilación”, decía Cristina. La mayoría cobra algo más de 50.000.- pesos y ella 4 millones.
“Vienen por tu salario” con una inflación del 90 %.
“Si te asocias a un gobierno populista es por dos razones, o sos un idiota o vas a hacer negocios con ellos”.
Esta máxima se mantiene a lo largo de las décadas.
Vamos a suponer que existe buena voluntad para corregir las cuentas; bajar el gasto público, recortar a las provincias etc. Ahora, ¿te lo van a dejar hacer?
Para que llegara a ser viceministro, Rubinstein paso por un calvario. Cristina se negaba a dar luz verde. “Busca a otro”, le dijo a Massa. Tuvieron que hablar con la jefa, Carlos Heller, Axel Kicillof y por ultimo Maximo.
Llego con lo justo. Rubistein hizo un acto de contrición y arrepentimiento.
Ahora viene un largo y tortuoso camino para estabilizar la economía.
Los ánimos están sensibles. Gobernadores peronistas que antes se reunían en la Casa de Gobierno, ahora lo hacen en la provincia de Buenos Aires. Le aclaran a Massa que no están conspirando para que no se frene la Obra Pública.
En el Banco Central, se visualiza una pequeña tragicomedia.
Sergio Massa quiere desplazar a su presidente Miguel Angel Pesce. Este está en comisión y su mandato vence el 23 de septiembre. Alberto lo piensa mantener en el cargo con otro decreto. Sergio Massa desea en ese lugar a Lisandro Cleri. Este, llega y maneja la Mesa de dinero del Banco Central. Todo esto, sin autorización del titular del BCRA, ni de un decreto que no firma Alberto.
¿Qué puede salir mal?
Kicillof a los propios les indica: “La elección general esta pérdida, pero hay que conservar la provincia de Buenos Aires”. Desde allí, volveremos en el 2027”.
En las redes sociales puso: “Estamos trabajando codo a codo para sacar adelante a la Argentina en un contexto muy difícil”.
“Nadie hizo más que los gobernadores para que Massa esté ahí”.
La pregunta: ¿Todo el ruido político, el discurso de Cristina, la marcha, está destinado para tapar el ajuste?