Los precios vienen marchando.
Esto desató en el gobierno una serie de propuestas, la mayoría viejas, obsoletas y fracasadas.
Pero siempre está en el ánimo de los burócratas, que esta vez, puede funcionar.
Los precios estuvieron relativamente anestesiados durante la cuarentena estricta. Negocios cerrados, restaurantes, anulados igual que los locales que vendían ropa y calzado.
Pero, en el segundo semestre cobraron vida. Termino con una suba del 4 %.
La división del Indec: “alimentos y bebidas no alcohólicas” concluyo con un alza del 4,4 %.
Los que se animan a mentir, dicen que el salario se recupera. Los pobres seguirán cerca del 50 % y termina poniendo nervioso al gobierno que mira el resultado electoral del próximo octubre con desesperación.
La inflación de enero viene arriba del 4 %.
En los medios oficialistas apuntan a que todo es un desastre. Son los que están cerca del Instituto Patria, responden a Cristina y ya no toleran a Alberto.
Esta película ya la vimos.
Estamos en un régimen de alta inflación con recesión y retraso salarial.
Hoy se discute : ¿Cómo frenamos la inflación?
“Regular, controlar, clausurar”, fueron las tres palabras mágicas de La Cámpora.
Comidas listas, carnes y frutas a la cabeza.
El encargado de repartir botes y salvavidas es el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. Más subsidios y aumento de la cantidad de dinero para la tarjeta Alimentar.
En el Instituto señalan : “Primero está la mesa de los argentinos, lo que queda se exporta”.
No tienen la menor idea sobre lo que significa ganar mercados en el exterior. Primero hay competencia de otros países, y si se pierde un mercado, costará mucho recuperarlo.
Pero, las ideas afiebradas no se detienen solamente en frases.
Está en carpeta del Instituto una suba de las retenciones para el maíz y el trigo, para lograr el famoso y nunca bien ponderado, desacople entre el precio de Chicago y el nuestro.
Se imaginan en plena cosecha, tomar este tipo de medidas. Huelgas y tensiones sería el resultado.
Además, aparecieron los genios que ganan las elecciones. En el papel por supuesto.
Expresaron, “Año electoral, hay que atrasar el dólar, estar devaluando un poco todos los días, siguiendo los precios es una locura, se alimenta la inflación”.
Son los artífices del atraso cambiario. Lo que señalan es que el tipo de cambio tendría que ser un ancla y no alimentar el fuego.
También en esta catarsis le tocó a la tasa de interés en pesos. La actual es muy negativa versus la inflación.
¿Hay alguna opción para que los pesos no se fuguen desesperadamente a otros lugares?
La política, mientras tanto, entró en un terreno, donde las cosas se dicen encriptadas. Una foto, un gesto, un tweet, algo que signifique lo que pienso, sin decirlo.
Cristina se vacuna, ¿Quién es el elegido?. Nicolas Kreplak, el vice ministro de salud de la provincia.
Después se indicó que fue un claro gesto de respaldo.
¿Por qué?
El domingo, tapa, se adelantaba que Alberto no piensa tocar nada de las Obras Sociales y las prepagas.
El elegido Kreplak fue el que señaló la necesidad de estatizar la salud en todo el país y apuntaba al modelo cubano en ese terreno.
Demasiada ideología y poca planificación, inteligencia y racionalidad.
En un año electoral, enfrentarse a la CGT y a un paro general, es que está más cerca de los Kamikazes, que de los libros.
Ni el asadito de los domingos, ni la heladera llena, ni el aumento importante para los jubilados.
Alguna vez, se dijo, con los intereses de las Leliq le pagamos a los jubilados.
Se gastó nada más que con los intereses, el doble de lo que paga por AUH.
En 2020, fueron 727.791 millones de pesos, un 5 % más que en 2019. La deuda en Leliq llega a 2,7 billones.
Las máscaras se caen, se derriten.