Un estudio del Instituto Patria, explica en parte los argumentos despectivos del presidente sobre la meritocracia.
En un párrafo se indica : “En la medida que en la década ganada permitamos el crecimiento de los sectores de menos recursos, estos creerán que es por sus propios méritos, por el esfuerzo personal de cada uno y no por las políticas de Estado”.
En síntesis señalan, que si crecen a clase media baja, habrá menos votos para los gobiernos que los beneficiaron.
“Esa gente, tiene nuevas demandas, relacionadas con servicios públicos, transporte, seguridad y educación “.
“Tienen aspiraciones de consumir más”. “Son más volátiles para votar”.
Síntesis : el que progresa es culpable, de no reconocer que fuimos nosotros los que se lo permitimos. Al comenzar los años 70, se verá que ni la burocracia estatal ni la marginalidad tenían gran volumen. La pobreza en 1973, era del 16 %. Hoy según la Universidad Católica llegamos al 48 %.
Según el trabajo del Instituto Patria, deducimos que para ellos, ese crecimiento les permite ganar elecciones. Cetera se niega a dar clases en plazas y lugares abiertos, son militantes de la ignorancia.
En varias provincias, utilizan esas premisas para eternizarse en el poder.
Son feudalismos de Estado. Se apoyan en un modelo económico que no deja paso al capital privado. Así habrá falta de empleos y ausencia de ingresos.
Los que tienen más aptitudes se van a otros lugares del país y al exterior.
En esas provincias no hay mucha gente y se conforman con cualquier oferta que llega de la política. Empleo público o planes sociales. Allí aparece el voto cautivo. Asi se ganan siempre las elecciones. Atraso y feudos.
El escritor, Ezequiel Martinez Estrada en su libro “Las cuarenta”, señaló todo esto en una frase : “Empobrecer, desalentar, es la consigna, si razona el caballo se acabó la equitación”.
La condena a la meritocracia merece esa frase.
Renunciar al mérito sería resignarse a esta Argentina en decadencia.
El que tiene que ocuparse que todos tengan las mismas posibilidades es el Estado. Para eso pagamos los impuestos.
El que tiene que nivelar la cancha es el Estado.
Este discurso oficial contamina la sociedad.
Los docentes decidieron cancelar las clases virtuales porque no todos los alumnos se pueden conectar.
La chatura igualitaria , la resignación.
El nuevo progresismo. Los alumnos quieren clases en lugares abiertos, los gremios docentes no.
Viva la ignorancia.
Está claro, en la función pública, se premia más la alcahuetería y la adulación. Fuera la inteligencia, y el talento.
¿Qué criterio utilizó el presidente para calificar a sus alumnos en la Universidad?
Vayamos a la economía.
En los mercados, se indica que habrá una devaluación. Los diarios incluso lo titulan en la primera página.
Cuando sucede esto, lo primero que pasa es que los exportadores no venden absolutamente nada, esperando un mejor tipo de cambio.
El gobierno no tiene dólares y según señaló el presidente del Banco Central, todos imploran y rezan que no pase nada hasta marzo del año que viene. Faltan seis meses y se supone que vamos a transitar por el desierto sin ningún Oasis a la vista. En esa fecha, llegaran los dólares del campo.
¿Se puede esperar hasta marzo?
Es difícil .Demasiado tiempo. Se pueden suspender todas las importaciones; prohibir la compra de dólares oficial llegaría a 90 pesos y aumentarían las retenciones para que parte de la venta vaya al Estado.
Por eso el dirigente radical, Negri señaló: “Siento olor a una 125”.
Por las dudas, el equipo económico se prepara. Señalaron que negociarían en el futuro con el Consejo Agro – Industrial y no con la Mesa de Enlace. Está claro, dicen que buscarían un interlocutor más moderado.
Hay que dejar claro que ningún gobierno quiere devaluar, pero si lo hace el mercado es peor. Habrá que preguntarle a Macri lo que pasó en abril de 2008.
Caminando por el infierno, Alberto nos pide que no ahorremos en dólares, recibiendo la orden de Cristina que expulse al presidente del Banco Central, el mercado en pánico y la versión de una moneda nueva que reemplace al peso. Todo normal.