“Lo único que faltaba era que se asociará al Jockey Club”, dijeron en La Cámpora. Se referían al periplo de Wado de Pedro por la Expo Agro. Cortó cintas, inauguró la exposición, habló “como productor”, y dijo que el peronismo tiene que unirse al campo. Al mismo tiempo se sacaba fotos sonrientes con los principales integrantes de un multimedio que el kirchnerismo siempre tuvo como enemigo.
En el Instituto Patria no entendían qué estaba pasando.
Pero el ministro nunca actuó por su cuenta. Todo fue una orden expresa de Cristina Kirchner.
Ella lo permite, y lo alentó al acercamiento al campo.
Considera que las condiciones no están dadas en la sociedad para inclinarse a posiciones extremas. Percibe, se le indicó que el estatismo, las expropiaciones y las intervenciones no son bien vistas por la enorme mayoría.
Sergio Massa también tiene luz verde para avanzar con el ajuste y quita de subsidios.
Wado también se acercó al gremialista Luis Barrionuevo, para solucionarle un problema legal.
Frente a las críticas, Cristina lo nombró en su discurso en Viedma y se terminó la discusión.
Tiene que construir un perfil, dialoguista, comprensivo, pro – mercado, peronista histórico, pragmático, etc. Es decir convertirse en un caballo de Troya para penetrar las defensas de la oposición. Especialmente, la clase media.
El problema es que este tipo de maniobras ya se instrumentó varias veces. La última fue con Alberto Fernández que todos catalogaban como moderado y conservador. No vale la pena analizar como término. El primero fue Daniel Scioli y no funcionó.
Si alguien tiene dudas, la gente cercana de Cristina lo definió así: “Ella maneja las piezas del ajedrez kirchnerista, tiene la estrategia decidida para quedarse con el electorado del centro”. El candidato lo va a elegir ella en su momento. Hoy en su cabeza tiene una fórmula Massa, Wado de Pedro. El ministro en cambio le sugirió que en la fórmula ponga un radical, para dividir la oposición.
Alberto Fernández percibió que el candidato puede ser Massa y activo a Daniel Scioli. Este comenzó a transitar el conurbano. El primero que visitó y tuvo largas conversaciones fue Fernando Gray.
Ahora, teniendo en cuenta la inflación de más del 100 % en un año; la inseguridad, el narcotráfico, la pobreza extrema, ¿aguanta la economía este enfrentamiento político?
Las amenazas de aquí a las elecciones, eran la refinanciación de la deuda en pesos y la falta de reservas que complica la actividad económica.
El cepo ya no alcanza. Massa tiene la orden: “Cualquier cosa menos devaluar”.
La dificultad es ideológica. En su ADN el kirchnerismo nunca quiso tener una política cambiaria cercana a la realidad. El tipo de cambio siempre se manejó de forma dogmática. La palabra devaluación no está en el diccionario de La Cámpora. El tipo de cambio se fue atrasando y la brecha cambiaria oscila en el 100 %.
Las reservas se evaporan y las empresas pugnaban por comprar dólares baratos.
No se hizo la corrección, no se devaluó y se prefirió la limitación, las restricciones.
Para colmo de males llegó la sequía que redujo la cosecha en un 30 % con respecto al año pasado. Seguramente serán entre 17.000.- y 20.000.- millones menos de exportaciones. Las reservas van a estar al borde del colapso en poco tiempo.
Lo único que queda, es inventar nuevos tipos de cambio, para la soja, el vino y otros productos.
La devaluación invisible.