Lugar: un restaurante en el norte del Gran Buenos Aires. Pero, la mesa está ubicada en un lugar alejado, privado.
Sentados, cuatro empresarios del Círculo Rojo y los de los principales dirigentes de la oposición.
Hasta los postres, las conversaciones se mantuvieron en un tono comprensivo, analítico sin ninguna disidencia importante.
Sobre el final, llegó la frase que petrificó a los empresarios.
“Los primeros 90 días, habrá que tomar en serio varias medidas inevitables, para cambiar drásticamente el rumbo que tomó la Argentina en las últimas décadas.
Hasta allí, era todo normal. Pero llegó la advertencia.
“Ustedes estarían dispuestos a apoyar medidas que van a provocar al principio, huelgas, protestas en la calle, incendios y alguna víctima fatal”.
“Habrá que sacar muchos empleados públicos, que están por política, hacer recortes en el gasto, tomar medidas con Aerolíneas Argentinas por ejemplo y otras empresas públicas”.
Ninguno de los cuatro empresarios, abrió la boca.
Pero el problema principal puede estar en la oposición y no entre los dirigentes industriales.
¿El radicalismo estará seguro de ir hasta el hueso, en las reformas económicas?
Hay por lo menos 300.000 planes concedidos de modo anómalo.
Saben que para evitar demoras y trabas tendrán que desembarcar en el gobierno con muchos abogados constitucionalistas. Las medidas cautelares no tardarán en llegar.
La capacidad de motivar a cientos de miles de militantes fanáticos en la calle, provocarían los desórdenes que los dirigentes analizaron con los empresarios.
En su conversación explicaron que un cambio de esas características, no será sencillo.
Mientras tanto, el peronismo trata de cualquier manera, de mantener el poder. Es el instinto que lo llevó a través de décadas a cambiar la piel como el camaleón.
Son capaces de digerir enormes sapos ideológicos con tal de mantener las cajas y el control.
Aceptaron ahora a Sergio Massa para un giro como en los noventa, pro mercado y cercano a Estados Unidos.
Lo que pasa, que existe una parte del gobierno que quiere mantener un romance con el chavismo.
Es tal la confusión interna, que la CGT hace una marcha, y hasta último momento, no saben contra quién realizarla.
Sergio Massa es ideológicamente todo lo opuesto al kirchnerismo. Pero, cuando llega el pragmatismo es como decía Deng Xiaoping: “No importa si el gato es blanco o negro, sino que cace ratones”.
Para hacerlo, Massa tiene que frenar la inflación, bajar el gasto público, recortar gastos, subir las tarifas y el transporte y controlar los movimientos sociales. Estos, que tienen experiencia, la última marcha la hicieron sobre el Ministerio de Economía y no en Desarrollo. Saben, por donde pasa el poder.
Los problemas del “nuevo Menem” son complicados.
El mercado del dólar futuro descuenta que habrá una devaluación del dólar oficial equivalente al 25 % con lo que recuperaría el valor real del dólar sobre el peso promedio del 2021.
Para octubre el precio del dólar futuro se pactó en 172.- pesos y para noviembre, a 184.- pesos.
Pero tiene tiempo. Textual del Instituto Patria: “Hace falta el pragmatismo para sobrevivir”. “Después veremos”. “Si fracasa Massa no queda nada”. “Cristina no puede asumir en estas circunstancias”.
Kicillof en una reunión privada con los suyos aclaró: “A esta altura el ordenamiento fiscal es inevitable”. “Ahora es el momento de trabajar todos juntos”.
La clave, La Cámpora se llamó a silencio. Piden prudencia a gobernadores e intendentes del conurbano.
Massa le informa poco al presidente, en cambio se reúne seguido con el gobernador de la provincia de Buenos Aires.
La Argentina llegó a un extremo de deterioro.
Durante 10 años, desde el 2005 hasta el 2015 se duplicó el gasto. Pasó del 24,1 % del PBI al 43,2 %.
Brutal transferencia de ingresos del sector privado al público.
Bajar el gasto, no es una opción, es la única forma que tienen para sobrevivir.