Después de las elecciones del año pasado, el gobierno todavía esta haciendo el duelo.
Paso por distintas etapas.
Primero, lo negó. Alberto señaló : “Hay que festejar que ganamos”. “Dimos vuelta la elección”. Habían perdido en el camino más de cuatro millones de votos, a pesar del plan platita. Dijo en un acto “aun perdiendo se gana”.
Segunda etapa : el enojo, la bronca. “Cómo nos pueden hacer esto a nosotros que cuidamos de los pobres, regalamos plata a través del IFE”
Tercera etapa. La negociación. “Bueno tenemos que hablar entre nosotros”. “ No puede ser que Cristina arroje por la ventana ministros y funcionarios”. “Tratemos de arreglar esto”. Se deprimieron y comenzaron las conversaciones.
Cuarta etapa : La aceptación de la realidad. “Así , perdemos seguro”. Cristina se olvidó de las expropiaciones, y habla con Carlos Melconian y a solas con Javier Milei.
Adopta el perfil moderado en el que nadie cree.
“Yo pienso una cosa, pero si me convencen de que estoy equivocada, lo acepto”.
Todos recordaban cuando señaló que había que tenerle miedo a Dios y un poco a ella.
De Vicentin a Melconian. La ruta del fracaso del populismo sin plan, inflación de tres dígitos y dólar imparable.
Llegó el momento de ponerse la piel de oveja y negociar un acuerdo.
El problema mayor es que nadie le cree, ni Alberto.
Vivimos en la era del gusto por decisiones discrecionales, en el universo de los costos reservados.
Los problemas de millones de argentinos no pueden resolverse sólo con políticas de inmediatez, de corto plazo.
La democracia cortoplacista retarda las soluciones de fondo.
Es la que tenemos desde hace más de treinta años. Hoy escasean las políticas públicas y sobran los turnos electorales.
Décadas de populismo financiero (con tasas de interés negativas respecto de la inflación). Sistemáticos ataques a los derechos de propiedad de los ahorristas, crisis fiscales que ahora también están vaciando la banca pública y privada.
Cuando pudieron expropiaron los fondos de pensión y por eso se redujo el tamaño de las inversiones institucionales de largo plazo. El sistema financiero es extremadamente pequeño. Un solo banco de Brasil, es todo el sistema del país.
Entre el 8 de junio (previo a la corrida) y el 13 de julio, la base monetaria (pesos en circulación más el dinero del encaje bancario, crece 400.000.- millones de pesos. Pero del otro lado subieron 1,35 billones de pesos las Leliq, pases, bonos del Banco Central. Pasaron de 5,8 billones a 7,15 billones de pesos.
El déficit cuasi fiscal pasó del 7,5 % del PBI al 9,3 %. Esto es una olla a presión, informa Marina dal Poggeto.
Mientras tanto esa montaña de pesos se incrementa porque el Banco Central subió la tasa al 6 % mensual para los pases.
¿Cuál es la idea?
Que los pesos se queden en los bancos o en el BCRA.
¿Cuántos dólares hay en el Banco Central?
No hay cifras, pero la ministro de economía lo definió : “ Es una catástrofe”.
Frente a este panorama habló con los principales exportadores, pidiendo por favor que liquiden el equivalente a 2.500.- millones de dólares de la soja.
Le recordaron que desde enero, liquidaron 19.000.- millones de dólares, una cifra récord.
El sueño de Batakis es llegar a septiembre, que se aleje el frío y no tengamos que importar 2.000.- millones de dólares por mes de combustible.
Estamos frente a un ajuste desesperado. Sacan pesos de la calle en medio de la inflación.
Están aplicando el freno de mano a la economía. Pesos a los bancos o al Estado. Una aspiradora a pleno.
Las consecuencias sociales se verán en la calle.
Vivir en Argentina duele. Batakis piensa que este camino es inexorable.
¿Se podrá sostener este plan hasta fin de año?
Volvemos entonces a las contradicciones dentro del oficialismo. Esto que está sucediendo, por mucho menos Guzman hubiese sido eyectado por la ventana.
¿Qué pasó, para que casi todos hagan silencio?
Es toda una experiencia. En el poder están aprendiendo a vivir con miedo. Por eso, hoy aceptan medidas que en otro momento seria imposible.