Las reacciones de Maximo, La Campora y el Instituto Patria son defensivas.
En una amplia encuesta se encontraron que los jóvenes entre 17 y 25 años, señalan en un 37 % que los políticos son una “ casta privilegiada”. Observaron que no les atraen sus consignas y están más cerca de los libertarios y la izquierda. Es decir, dejaron de ser atractivos, revolucionarios y novedosos . Pasaron a ser simplemente burócratas.
Maximo entonces con sus declaraciones trata de asemejarse a Del Caño ¿Es suficiente?. No, porque inmediatamente para que no se aparte de sus responsabilidades, aparece Alberto y lo abraza.
De esos encuentros sólo el 29 por ciento decía que los políticos trabajan para la gente.
¿Qué hacer con el FMI?
La Cámpora es ambigua. Dicen una cosa y poco después otra. No pueden romper, pero tampoco aprobar.
El gobierno es el principal interesado en evitar un default.
Alberto se sostiene en el discurso. Sabe que el resultado de la votación en Diputados le muestra que será imposible impulsar la reforma de la Justicia, la modificación de la Suprema Corte, la reconfiguración del Consejo de la Magistratura o la mayoría para nombrar al Procurador. Se terminó.
Máximo se mira en el espejo chileno. En privado en el Instituto Patria hicieron un análisis que muestra dos sectores bien definidos, la izquierda y la derecha. En este esquema, para ellos, el peronismo tradicional desaparece.
En Economía, se observan las mayores diferencias. El rol del Estado es lo más importante. Para el peronismo clásico, tiene que haber un Estado presente, pero el progreso viene del sector privado, es el motor, que sin él, no se resuelve el crecimiento y la pobreza.
En el gobierno están los dos sectores en pugna.
El ala dogmática, trata de mantener unidos a sus fieles con un discurso diferente al de la Casa de Gobierno.
De allí surge, el impuesto a la riqueza, etiquetado, la ley de envases, la prohibición de exportar carne, los distintos cepos al tipo de cambio, la prohibición de pagar los pasajes en cuotas.
Hablan de una cruzada contra el capital.
Del otro lado, el ala moderada. Alberto, Manzur, gobernadores, la CGT y el Movimiento Evita.
Los dos grupos en los últimos tiempos hicieron dos actos diferentes. Esto muestra que el problema no es la oposición, el deterioro es la interna.
Manzur declara : “ El peronismo siempre apoyó a los empresarios, es historia”. “Somos los gestores eficientes del capitalismo con reglas claras”
Unos hablan a Corea del Norte y los otros a Corea del Sur.
Cristina mira desde afuera, conserva un sector fanatico e incondicional.
Alberto trata de contener a Máximo. Este dijo : “El presidente ya tiene los 116 votos de Juntos por el Cambio, nosotros lo estamos pensando”. Un discurso para contener a los propios, pero deja solo a Alberto.
La sensación, como tantas otras veces, es que cuando un partido llega al poder, comienza a perder el sentido de la realidad. Las alfombras de la Casa Rosada y Olivos los pierden en un laberinto.
Por eso, no es extraño escuchar voces hablando de reelección y cambio de lugar de la Capital, con 50 % de inflación; 45 % de pobres, cero dólares de reserva y en crisis permanente.
Los sueños utópicos dominan a los funcionarios.
Por eso después de la debacle electoral, hubo dos actos.
Derrota en el Congreso por el presupuesto y festejo después en la Cámara de Diputados por los Bienes Personales como una revancha personal.
Lo que se votó importaba poco. Guzman le restaba importancia : “Van a dejar de pagar solo 131.000 personas. La oposición hablaba de 600.000.
Se hacen cálculos optimistas sobre el crecimiento de la economía. En el presupuesto, al margen de una inflación del 33 % en el año, en la que nadie cree. Los sindicatos señalan que habrá paritarias por tres o seis meses, nadie contempla la nueva ola de Covid.
Dibujos, relatos, pirotecnia para convencer a los propios. El problema es la realidad.