Las elecciones de este año tienen la misma importancia que en 1991.
FMI, inversores y empresarios necesitan saber si el programa económico se mantendrá en el tiempo.
En 1991, Menem abandonó el gradualismo y en enero nombró como ministro a Cavallo. Llegó la convertibilidad, bajó la inflación y se anunciaron privatizaciones. Pero la clave fue la elección de octubre: era el examen final. El gobierno obtuvo el 40,86% y los radicales el 28,86%.
Este año, la elección se convierte en otro momento clave.
Faltan las reformas laboral e impositiva.
¿La gente acepta el rumbo o lo frustra?
El objetivo mínimo es alcanzar el 42% a nivel nacional en octubre.
Tener 87 diputados te libera de cualquier juicio político.
En las cámaras empresarias frenaron inversiones, por ahora, esperando los resultados.
Son los años de los exámenes finales.