Los escándalos tienen el efecto de una bomba neutrónica.
Todo lo que está pasando repercute en la casta política.
Los últimos años fueron una escuela en estas cuestiones.
Tomaron algunas buenas ideas y las ensuciaron. Por ejemplo, políticas de género y apoyo a las víctimas de discriminación. Defender la industria audiovisual.
Con discursos fervorosos construyeron enormes estructuras para que ingresaran miles de militantes.
El escándalo tiene un efecto demoledor, no solo para Fernández, sino para un amplio espectro de la dirigencia política. Muchos están en estado de shock.
Después, el líder contra la violencia de género aparece contaminado.
La farsa tiene un límite.
Cayó el telón.