Las hormigas se cansaron.
No quieren más que las gobiernen las cigarras.
Están hartas de pagar impuestos para que los que mandan, hagan negocios rápidos y contratos de obras públicas. Sindicalistas y señores feudales, lograron modificar la fábula.
La cigarra se vengó en lugar de suplicar a la hormiga, comida y dinero para vivir en medio del frío invernal, viaja por el mundo con sus amigos, con el dinero que le saco a las hormigas.
Se quebró el vínculo entre el mérito y el destino.
Ahora la hormiga dijo basta y quiere cambiarlo todo ante el pánico de las cigarras.
Estas prometen el caos ante el cambio de época.
¿A quién debemos parecernos para que nos vaya bien?
Hasta ahora, era mejor ser cigarra. Pero la hormiga no estaba muerta.