Sergio Massa tiene empresarios amigos que ganan mucho dinero.
Otros, no amigos íntimos, no ganan tanto, pero lo miran con simpatía.
El kirchnerismo lo observa con desconfianza, pero lo eligió por descarte la jefa y lo aceptan.
¿Cuál es el mayor problema?
Que lo cree muy poca gente. Especialmente, los que no hacen negocios en el Estado. Massa es un Groucho Marx moderno; “Yo tengo estos principios, pero si no les gustan tengo otros”. Si alguien opta por votarlo no sabe bien que Massa está eligiendo. Puede ser pato o gallareta.
Aníbal Fernández lo definió bien. Si lo eligen dijo, no se va por mucho tiempo. Sueñan con 16 años, 4 Sergio y 4 Malena en forma alternativa.
La pregunta para todos es: ¿Cuán creíble será la acción del próximo gobierno? Una misma medida política económica puede tener resultados bien diferentes dependiendo de la credibilidad que el gobierno de turno despierte en la población.
Esto es importante por las reformas. Si el sector privado cree que llegaron para quedarse, modificaran sus comportamientos, mientras que si cree que serán transitorias lo que harán es resistir que es algo muy diferente.
Va a pesar la historia cuando arranque el próximo gobierno.
Las reformas de Carlos Menem fueron pensadas para siempre. El Círculo Rojo lo planteó así: “Si el peronismo privatiza y lidera las fuerzas del mercado esto perdurará para siempre”.
Se equivocaron. Eso ya no asegura nada.
Massa, el domingo, elogió a Cristina por la reestatización de YPF. Todos saben que fue una ruina para el país.
Se pierde el pelo, pero no las mañas.