Está por llegar un nuevo gobierno y ya hay amenazas, según las cuales no terminaran el mandato.
Menéndez, líder piquetero señala que duran una semana. Grabois, más generoso apunta a que en un año y medio se toman el helicóptero.
La deformación natural, desde nuestro punto de vista viene en que hay que votar cada 2 años.
Un gobierno no termina de instalarse cuando ya debe comenzar a pensar en la próxima elección de mitad de mandato. No hay economía de mediano y largo plazo que se pueda mantener.
No existen estrategias posibles. Nadie invierte en el primer año de mandato, se sostienen en el segundo ante la necesidad de ganar la elección. Si el gobierno pierde en el medio término, queda debilitado hasta el final.
Al comienzo hay que pagar los costos inevitables. Los economistas elegidos no saben si tendrán el apoyo político necesario para llevar el proceso hasta el final. Se habla de Juntos por el Cambio que el primer ministro de economía durará poco, porque tendrá que hacer el trabajo sucio. Nadie quiere ser el primero.
Los técnicos desconfían de los políticos. ¿Están dispuestos a hacer lo que hay que hacer? Recién en el 2025 habrá alguna normalidad. Ese año hay que volver a votar.
El primero tiene que devaluar, subir más las tarifas, la reforma del Banco Central, limitar la emisión de moneda y tener lista la ambulancia para recoger los heridos.
Tendrá que hacer un recorte del gasto muy fuerte; limitar la obra pública; sacar ñoquis del Estado y algún plan de jubilación anticipada.
Las empresas públicas tienen como gasto unos 6.500 millones de dólares, 1 punto del PBI.
Enarsa, Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado, Aerolíneas Argentinas, Aysa, Correo, Belgrano Cargas, Carbonífera de Río Turbio.
Enarsa, déficit 3.200. millones de dólares. Agreguemos Télam, Televisión Pública y millonarias pautas para comunicadores amigos.
¿Quién le pone el cascabel a tantos gatos?
Si volvemos al comentario original, quien toma decisiones difíciles, asume riesgos en el segundo año de mandato. Todo se debe hacer en los primeros 90 días.
Se va a acentuar la polarización.
Lo ideal, votar cada cuatro años. Darle margen de maniobra al gobierno.
Emilio Monzo que fue presidente de la Cámara de Diputados señala: “Una microcirugía sobre la constitución puede dar las respuestas de fondo que exige la sociedad”.
Mientras tanto en política, se viene la Democracia del Dedazo o las PASO en serio.
Massa no quiere competir con nadie, quiere llegar solo y por aclamación. Si Alberto con Scioli quiere resolverlo en las urnas, amenazó con renunciar a economía y que todo dure apenas 2 semanas. Una extorsión plena, de un cirujano que tiene en sus manos al paciente semi drogado y en un quirófano. Poco margen para maniobrar.
Llegamos con el último aliento.
Massa se muestra como ministro de un lugar que nunca imaginó. No se preparó nunca para manejar la economía.
Pero no es extraño.
Argentina es un país que acumula cinco signos monetarios que quitan catorce ceros al peso actual desde la creación del BCRA, en 1935 y que en 2023 volverá a tener una inflación de tres dígitos. Destruyeron la moneda.
Todos buscan soluciones individuales.
Ganan los lobbies sectoriales, sindicales, provinciales y de movimientos sociales.
Una vez que consiguen sus derechos son casi imposibles de desarmar. Se acumulan a lo largo de los años. Nadie puede financiar todo esto.
En el medio, una sociedad cada vez más pobre.
Clase media baja, que en estos años retrocedió varios escalones.
La realidad es que el kirchnerismo armó un Estado de bienestar trucho. Nada funciona. Los que pueden buscan protegerse en el sector privado, por la mala educación, salud y seguridad.
Ahora, parece que volvemos al péndulo infernal.
Llegó un nuevo sector, con otras ideas, mientras el otro, tratará de impedir las reformas y torpedear toda la gestión, esperando volver.
Estamos condenados. Fin.