Garito a cielo abierto.

Les dieron 200 pesos por dólar, pero pasaron unos días, les impiden que con esos pesos compren dólares a través de la Bolsa, o el contado con liquidación.

Es decir, los impulsan al mercado negro, si quieren esos billetes, vayan al blue.

Garito a cielo abierto.

El presidente de la Sociedad Rural, lo calificó como una emboscada.

Son las trampas del Estado hacia el sector privado.

La jugada, que Massa desconocía, contó con el auspicio del presidente de La Nación y el titular del Banco Central.

Alberto sueña con el fracaso del ministro de economía. Se considera una figura decorativa desde que llegó Sergio Massa.

Mientras tanto viajan con amigos a Estados Unidos. Wado de Pedro también con los gobernadores. No se sabe que van a hacer, porque inversiones no van a llegar.

Van con el dinero de los contribuyentes.

Estamos frente a una sociedad donde la mayoría no cree en nada, ni en nadie.

Si hay finalmente una reunión entre los líderes del oficialismo y la oposición, más del 60 % señala que se haga frente a todos los canales de televisión y en vivo. Desconfían de los arreglos en las sombras.

Nos ubicamos en un terreno hostil, en un desierto sin oasis. Calvario largo y penoso.

Cristina habló de ponernos de acuerdo en un plan económico mínimo de cinco puntos.

La oposición piensa que en medio de un ajuste, lo único que quieren es arrastrarlos en la caída. Un poco la imagen sería: Si nos hundimos, los abrazó y me llevó a todos al fondo del mar.

El populismo sabe repartir. Por eso los quieren.

Pero cuando no hay nada se inventan impuestos para sacarle a alguien y seguir la fiesta. Llegó el momento que es imposible. El PBI de Argentina es igual al de 12 años atrás, pero con siete millones de personas más.

Si no hay inversión privada, falta crecimiento.

Ocurre entonces una maniobra extraña. Del fenómeno donde Alberto apoya a Putin y nos ponemos como defensores de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pasamos a buscar el abrazo de EEUU.

El embajador Jorge Arguello fue el primero que lo blanqueo, después Massa, sugirió que habrá que terminar con la cultura adolescente de muchos funcionarios. Culmino con la visita a la embajada de Baradel, Yaski.

La crisis económica provocó el viaje táctico.

Ahora, la pregunta clave: ¿se puede creer en alguna palabra de los que cambian de opinión en días, solo de acuerdo con las circunstancias? Los mismos que incendiaban las banderas de Estados Unidos frente a la embajada, ahora se abrazan con el embajador.

Esto es por el tamaño de la crisis.

Saben que están designados a convivir con una inflación de alrededor del 100 % en el futuro. Conocen que con esa cifra están condenados a la derrota electoral.

Sergio Massa tiene que reducir el déficit al 1,9 % del PBI, sin los intereses de la deuda.

Por eso, el ajuste recién comienza en agosto, todavía no lo siente la calle. En ese mes el gasto creció por debajo de la tasa de inflación.

El FMI aplaude, pero la inversión privada no viene.

La pregunta clave: ¿Por qué?

Porque no sabe cuanto dura esta disciplina, pero sabe que no pueden retirar dividendos.

Cuando citamos la credibilidad, se ven encuestas que muestran, al 75 % de las empresas que indican que este semestre será peor; el 41 % que las ventas van a caer. El dato oficial señala que en julio la industria bajó 1,2 %.

Una de las mayores dificultades es la imposibilidad de importar. En los supermercados algunas góndolas comienzan a estar vacías.

Los intereses mensuales de las leliq llegan a ser 160 % mayor que el gasto en jubilaciones y pensiones.

Un crédito cualquiera llega al 160 % anual. El descubierto un 200 %, y lo que no se paga con tarjeta llega al 111 %.

Con este panorama, el enfriamiento de la economía será inevitable.