Se conocieron las medidas.
¿Quién le cree a Massa?
¿Cuánto tiempo tiene?
Para hacer política económica se necesita credibilidad.
Los empresarios a lo largo de las décadas siempre pidieron lo mismo: devaluación. Un tipo de cambio competitivo.
El principio de la decadencia-
No tenemos moneda.
Se imprimió hasta el hartazgo.
La clave es : ¿van a bajar el gasto en serio?
En 1986, el Nobel de Economía Paul Samuelson dijo : “Argentina es el claro ejemplo de una economía cuyo estancamiento relativo no parece ser consecuencia del clima, las divisiones raciales, la pobreza o el atraso tecnológico. Es su sociedad, no su economía, la que parece estar enferma”.
En aquel momento, la pobreza estaba en el 28 %. Hoy es más del 45 % y 10 % de indigentes.
La inflación está entre las mayores cinco del mundo.
Hay 7,5 millones de trabajadores informales. En aquel momento eran 2 millones.
¿La culpa la tienen los que votan?
Porque se eligen gobernadores mediocres que prefieren obedientes empleados públicos provinciales y no empresas privadas. Millones de personas viven del subsidio.
Además se vota a presidentes que se declaran enemigos del mérito, del esfuerzo. Aplauden la masificación.
Un populismo que no reconoce reglas, una tiranía clientelar y plebiscitaria que tenía como objetivo llevarse por delante el sistema electoral y la Constitución.
Frente a la sorpresa de la opinión pública, Cristina puede alegar con razón que sus votantes sabían perfectamente lo que pensaba hacer.
Intentaron una feroz escalada distribuyente contra la Corte Suprema.
¿La sociedad acepta una reforma profunda?
Por ejemplo, congelar en serio por 10 años el empleo en el Estado, nacional, provincial y municipal.
¿Permitirá la sociedad una ley de Contratos de Trabajo?
¿Aceptaría una ley de inversiones extranjeras que dé garantías por 20 años, que no se cambiarán las reglas de juego?
Además, una reforma impositiva, para reducir a 20, la cantidad.
Fue tal el susto de la hiperinflación del 89, que muchas cosas las pudo hacer Menem. Para sorpresa de todos ganó en el 91, 93 y 95.
Alguien entendió, que la base de la economía es la confianza. La clave sería: ”No me van a robar por eso invierto en Argentina”
La sociedad argentina es cortoplacista. La historia nacional le da la razón. Nada dura mucho tiempo.
Se busca la oportunidad. El negocio del momento. Aprovechar la buena, rápido. La mala ya va a venir.
Entrar y salir rápido del negocio. Se acentúa el instinto de supervivencia.
Ninguna teoría sirve cuando se dispara el dólar. Lo más probable, que renuncie algún ministro.
Sin consenso, ni acuerdos, no se pueden hacer reformas en serio.
En la educación pasa lo mismo. Hablamos del mérito.
La escuela, antes de decirle a un alumno que no ha aprobado, prefiere decirle que “le falta completar un tramo del trayecto pedagógico”. Nadie quiere aplazar porque le parece “estigmatizante”. Se llegaron a suprimir atrasos, se reemplazaron los números por letras. Ahora, se les puede ocurrir reemplazar letras por símbolos y arrobas para que las calificaciones sean” más inclusivas”.
Por todo esto, no es extraño que no se encuentren soluciones duraderas.
En realidad, todos saben lo que hay que hacer. Pero eso necesita un esfuerzo grande, sacrificio, comprensión y acuerdos.
Aparentemente, la sociedad todavía no está preparada para eso.