Otros países tienen no sólo culturas diferentes sino un nivel de educación muy superior.
Sanna Marin cuando asumió como Primera Ministra en Finlandia en el 2019, recibió un comentario machista y degradante por parte del Ministro del Interior de Estonia. Dijo : “Lo sucedido recientemente en Finlandia le pone a uno los pelos de punta”. “Estamos viendo una cajera convertida en Primera Ministra”.
La respuesta fue : “Estoy extremadamente orgullosa de Finlandia. Aquí los hijos de una familia pobre pueden educarse en las mejores escuelas y alcanzar sus metas en la vida y una cajera puede convertirse incluso en Primera Ministra”
Se cruzó en su momento con el presidente español, Pedro Sanchez y le dijo : “Deje de reclamar más ayuda sin aportar nada a cambio”.
El nivel de educación de Finlandia es uno de los más elevados del mundo.
En Formosa una profesora señaló que un chico de 13 años en el secundario, no sabía leer ni escribir. Además se puede pasar de año con 19 previas. Se castiga la meritocracia y se quiere nivelar para abajo. Este tipo de filosofía nos lleva a la decadencia interminable.
Al margen de los problemas domésticos, con un presidente sin poder, inflación, pobreza y hartazgo, el contexto histórico no ayuda.
El mundo está tensionado por la inflación, el coronavirus, el crecimiento de las tasas de interés, más las potenciales consecuencias geopolíticas y económicas de la invasión de Rusia a Ucrania.
La gente está consciente de que no se puede hacer cualquier cosa y la mayoría en las encuestas señalaba que era necesario pagarle la deuda al FMI.
También, están de acuerdo en que hay que salir del círculo vicioso de frustraciones.
Ahora bien, ¿Cuál es el camino?. ¿Qué tipo de capitalismo necesita nuestro país?
Las preocupaciones inmediatas están visibles. La suba de los precios están a la cabeza.
Vemos a gente que va a trabajar con sueldos bajos que se cruzan con movimientos piqueteros que impiden el tránsito.
A pesar de las penurias cotidianas todos saben que la discusión es dentro del sistema capitalista.
Para insertarse en el sistema se necesitan como mínimo dos condiciones : una, que se generen puestos de trabajo, y dos, demostrarles a los que viven de planes que otro futuro es posible.
Se debe resolver la generación de empleo, y para eso debemos tener en claro que capitalismo queremos y cómo se va a construir.
Hoy oficialistas y opositores descartan iniciativas y proyectos por el solo hecho de que provienen del otro.
En la discusión sobre el futuro, en la reunión de los dirigentes de Juntos por el Cambio, se indicó que no solo se necesita un plan integral con los mayores economistas. También es fundamental tener mejores constitucionalistas, porque para evitar los cambios, la que sea oposición, tratará de evitarlos con medidas cautelares.
Nadie quiere analizar el drama del empleo en la Argentina.
Si lo plantea el macrismo, nada se puede estudiar a continuación. El bando contrario piensa automáticamente que lo único que pretenden es destruirlo.
Según datos del Ministerio de Trabajo entre enero del 2012 y enero 2022, el empleo privado registrado pasó de 6.068.000 a 6.034.000 personas. Esto es en 10 años mientras la población crecía un 10 % en las empresas privadas se perdieron 34.000 puestos de trabajo.
En esta década perdida en materia laboral, la cantidad total de empleados formales (privados, públicos, monotributistas, etc.) apenas creció en línea con el aumento de la población.
Por otro lado, una catástrofe, el crecimiento del empleo público que pasó de 2.600.000 a 3.300.000.
En un año, por cada puesto formal que se creo, hubo ocho en negro. Los más de siete millones de empleados informales del país, cobran en promedio, la mitad de lo que ganan los empleados registrados.
Lo curioso es que todos, oficialismo, oposición, empresarios y sindicalistas están de acuerdo que así no funciona.
Pero, como todos desconfían de todo. Todo sigue igual.