En uno de los evangelios, Pedro señala que en un sueño visitó el purgatorio y el infierno.
Explica que una de las cosas que más le impresionó, fue ver a muchas personas colgadas por la lengua.
No especifica qué tipo de pecados graves cometieron, pero uno se los puede imaginar. A través de las palabras surgen los engaños, la hipocresía, la pérdida de la fe y la confianza. Cuando se extiende esa plaga comienza una lenta decadencia que parece no tener fin.
En la mitología griega estarían en el inframundo. El mundo de los muertos sin gloria.
La incontinencia verbal en algunos políticos es grave. Dicen lo primero que les viene a la cabeza.
Alberto declaró : “ No quiero un gobierno maoísta en la Argentina”.
Alguien aclaró : “Los chinos tampoco”. Muerto el viejo líder, abrieron la economía a las empresas extranjeras y crecieron el 9 % anual, durante mucho tiempo. Mao los llevaba a la edad media.
Mientras tanto vivimos de las intrigas palaciegas. Los off de record. Las chicanas de todos los días en la Casa de Gobierno.
Los datos del Indec son contundentes.
En los últimos diez años, creció un 28 % el empleo público. En ese lapso cayó 5 % el privado.
Pero seguimos defendiendo el actual régimen laboral.
Existen alrededor de 40 % de asalariados, unos 4,6 millones de personas que no están en blanco. Otros 5 millones de trabajadores son cuentapropistas, de los cuales el 70 % tampoco esta registrado.
El desempleo juvenil llega al 25 % en mujeres y al 17 % en varones. Es difícil alcanzar el primer trabajo. Pero eso sí, no habrá reforma laboral, señala la CGT.
Todo eso en un país donde Cristina Kirchner cobra 2 jubilaciones de privilegio sin sentencia firme y 43.000 jubilados con sentencia firme todavía no cobraron lo que les corresponde.
Se sinceran y dicen en privado: para bajar el déficit, tenemos que frenar la movilidad jubilatoria.
Si la inflación llega al 60 % este año, Guzman tendrá posibilidad de cumplir con las metas.
La variable de ajuste serían los jubilados.
Los detalles que se conocen sobre el acuerdo con el FMI no muestran cambios importantes.
No habrá reformas, y por lo tanto las perspectivas económicas son de suave decadencia permanente.
Seguirá la alta inflación, un PBI por habitante más bajo que en el 2010 y pocas reservas.
La clave, lo que nadie se atreve a mencionar, es que no hay salida con este tamaño de Estado. El gasto público está por encima del 40 % del PBI, uno de los niveles más altos de las Américas. La inversión es muy pobre y no hay acuerdo social ni cómo financiarlo.
Hasta ahora, en más de dos años, prefirieron culpar a los que estuvieron antes y hablar contra el capitalismo.
A través del senador por Formosa, Jose Mayans se sabe que Cristina no está de acuerdo con lo que hizo Guzman. Pero no va a hablar ni escribir cartas. No quiere explotar otra bomba en el gobierno.
Para los kirchneristas este es un gobierno ajeno. No quieren pagar el costo del ajuste.
¿Qué es lo más difícil del acuerdo con el FMI?
Bajar el déficit.
Parte de un 3,1% y tiene que llegar al 2,5 %.
Pero, el punto de partida es engañoso. Ahora no está el impuesto a la riqueza ni los ingresos extra por la cosecha. El número estaría más cerca del 4 %.
¿Cómo se supone que vamos aumentar reservas por 5.000.- millones este año?
Se cree que habrá dinero de los organismos multilaterales. Pero no está nada seguro.
Para los funcionarios cercanos a Alberto, lo peor vendrá en el 2023. En un año electoral será imposible cumplir las metas del déficit. El problema estará en las revisiones trimestrales. Ni las provincias, ni el kirchnerismo aceptan bajar los gastos.
¿Quién quiere el default?
Hoy, la gente de Cristina. Utilizan el mismo slogan del trotskismo : “Contra peor, mejor”
En el caos, se puede cambiar la matriz productiva, y toda la Justicia, incluida la Corte