Guzmán en su hora más difícil.

En Economía tienen una decisión tomada sobre el pre-acuerdo con el FMI. Señalan que debe salir por decreto y no por el Congreso. Maximo terminó con sus frases con el presupuesto y ahora puso en tela de juicio lo que se decidió con el FMI . El kirchnerismo duro, tendrá que interpelar al ministro de economía con más intensidad que la propia oposición, en el Congreso. Al mismo tiempo, como lo señala Poliarquia Consultores, uno puede imaginarse lo que estará pasando en la calle el día que se discuta en el Congreso. Movimientos de izquierda, sectores sociales cercanos a Grabois, la CTA combativa y en el medio discursos incendiarios, transmitidos casi en cadena nacional. Fernanda Vallejos, Boudou, Hebe de Bonafini tendrán posibilidades de descargar su artillería verbal sobre lo que estaría pasando dentro del recinto. En el Instituto Patria y en La Cámpora que marcan el rumbo del bloque, dicen que es inevitable que en el pre-acuerdo con el FMI, surgirían modificaciones. Si el gobierno, lleva la discusión al Congreso sufriría un desgaste de proporciones. Allí aparecerian los kirchneristas, 23 diputados al menos que cuestionarían todo lo acordado. Leopoldo Moreau avisó que pedirá cambios en el acuerdo. Después se dio cuenta que es imposible. No se puede modificar. Alberto en Rusia le señaló a Putin que abrirá las puertas de Argentina para que ellos penetren en América Latina. Esto es un mensaje para la interna. Un presidente como Putin tiene claro lo que debe hacer en el futuro. Maximo dio un paso al costado pero no se va. En realidad se espera el fracaso total del presidente. Por eso, conserva su gente en lugares clave, PAMI, Anses, Aerolíneas e YPF. El hijo de la vicepresidenta pidió la cabeza de Martin Guzman, varias veces. Federico Storani, en un reportaje señaló : “ Cuiden a Guzman, no tienen con quien reemplazarlo y es el que mantiene los números para que no se terminen desbordando”. Sin él, y con otro designado por La Cámpora, la híper, está a la vuelta de la esquina. Sería el final. Volvemos al pre-acuerdo, los números están complicados y los peronistas moderados como Schiaretti no están convencidos de votarlo en el Congreso. Si los cercanos a Alberto dudan, que pretenden que haga la oposición. En Cancillería, dicen que Argentina quiso dar señales al mundo de que estamos cerca de un acuerdo para facilitar la negociación de financiamiento para ciertas obras. Por eso, esta semana Kicillof habló de un contrato para la cuarta central nuclear con los chinos. El proyecto forma parte  del Plan de Acción de Nucleoeléctrica Argentina. Este financiamiento de 8.000.- millones de dólares explica los pedidos que también llegaron al gobierno desde China para que Alberto cerrará el viernes pasado un principio de entendimiento con el FMI. Además están pendientes el final de las represas hidroeléctricas que quedaron emplazadas y paralizadas en Santa Cruz. Hace 15 días, el embajador argentino en China, Vaca Narvaja informó que tiene un contrato que prevé la provisión  de ingeniería, construcción, adquisición, puesta en marcha y entrega de una Central del tipo HPR – 1000 que utiliza uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante  y moderador. Al mismo tiempo, el embajador recordaba que China forma parte del FMI, y que sería nefasto para las inversiones, si entrábamos en default. Mientras tanto, la economía doméstica no cambió el rumbo. La inflación de enero es muy alta, casi el 4 %. La suba del precio de la nafta y el gasoil un nueve por ciento no asegura que en febrero baje en forma significativa. El FMI no pide reformas para firmar. Ni laborales, tampoco impositivas y menos previsionales. Este gobierno tampoco tiene vocación reformista. Posiblemente porque no puede. Saben que necesitan bajar gradualmente la presión tributaria, dar más flexibilidad en todos los mercados de bienes y servicios. Lo que se firme con el FMI no va a resolver problemas en la Argentina. Lo principal es llegar al 2023. Sacar lo mínimo indispensable y dejarle la pesada herencia al que venga.