Desde hace una semana, los principales empresarios, banqueros e industriales, se comunican todos los días para encontrar una salida a esta crisis sin final.
Una frase se repite e incluso se publica en un medio nacional. “Alberto no tiene salida, Kicillof tomó las riendas, y la economía se hunde”.
De la caída de 10 puntos, se recuperaron 7, pero la máquina desgastada comenzó a fallar.
Los que toman decisiones, pensaron que los empresarios son los culpables de todos los males desde hace décadas.
Están tomando medidas que fracasaron siempre. No hay inversiones ni siquiera para recuperar las máquinas fuera de uso. Alberto conoce el fuerte deterioro de su imagen en la opinión pública. Algunos en el gobierno recuerdan el título de una vieja película : “Atrapado y sin salida”.
Nadie quiere, ni en el Instituto Patria, ni Kicillof y obvio Cristina un ajuste de las cuentas públicas. No aceptan ni el equilibrio fiscal, ni pautas que aseguren el futuro. Solo ganar las elecciones.
En este momento, le exigen a Guzman, ayuda a los sectores perjudicados por la cuarentena. Tiene que ser rápida y generosa. Saben que no hay plata, pero no es el momento de mirar el déficit. Le aconsejaron olvidarse del presupuesto y del 29 % de inflación en el año.
El círculo rojo, que mencionamos, sueña con un “borrón y cuenta nueva”. Amnistía o indulto a los últimos presidentes, pero sin posibilidades de volver al poder; la llegada de Sergio Massa y llamado a elecciones presidenciales.
Dicen, Macri es el obstáculo. Todo parece una fantasía irrealizable.
Alberto no escucha a sus ministros. Si lo hace, después realiza todo lo contrario.
Mientras tanto se ocupan del país “The Economist y el Financial Times”. “Argentina está entre los diez países menos seguros para invertir”. Se evalúan tres aspectos de riesgo : políticos, económicos y regulatorios. En los tres estamos aplazados.
En lo político porque el poder se comparte con gente que piensa totalmente diferente; en lo económico por la inflación y la pobreza y en lo regulatorio, porque el Estado quiere controlar todo lo que hacen las empresas.
Uno : Inventaron el RUCA. Es la Regulación Única de la Cadena Agroindustrial.
Dos : el detalle de las cuentas bancarias.
Tres : el plan de exportación.
Cuatro : que informen, qué piensan hacer el año que viene.
Cinco : detalle de los precios de sus insumos y cómo influye en el valor final.
Seis : el balance de los últimos tres años.
Siete : si piensan tomar gente este año y el próximo.
Más burocracia. Alguien preguntó : ¿Por qué necesitan otra vez todo esto, si muchos de estos datos los tienen?
La respuesta de un técnico experimentado fue la siguiente : “La pandemia y cuarentena mostró que la administración pública, subió el 50 % de la gente”. “Todo se puede hacer por la mitad”. “Entonces decidieron ocupar a los burócratas con nuevas iniciativas”. “No sirve para nada pero los tenes entretenidos”. “Hay que hacerlos laburar”.
El problema es que las empresas tienen gente contagiada por el virus, y la que queda, está ocupada en cosas más importantes.
Estas medidas de gobierno las toman las discípulas de Kicillof que están en la Secretaría de Comercio.
Siguen intentando aplanar la culpa. Empresarios, porteños, médicos, alumnos, padres. Solo quedan ellos, soldados de una revolución de la Armada Brancaleone. Fanáticos y alucinados.
Hoy Argentina es un país devastado. No hay movilidad social, cinco décadas de caída sistemática. Aparecen los gestos autoritarios. Culpan a los demás de las fallas propias. La historia enseña que en momentos como este aparecen los excesos, represiones y limitación de libertades. Habría que avisar que esto hoy es inviable.
La sociedad está vacunada, pero no contra el virus, sino contra los deseos autoritarios, la tentación de un chavismo revolucionario.
Lo dejó claro el constitucionalista, ultra K, Eduardo Barcesat : “El conflicto con CABA no tiene otra resolución que la intervención federal”.
Si los porteños nunca nos van a votar, lo mejor es llegar por la fuerza. Habría que avisarle que no será gratis.